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Empezar a tener problemas de visión alrededor de los 40 años de edad es algo que le sucede con frecuencia. Se trata de la presbicia o vista cansada. Está ocasionada por el debilitamiento de dos partes del ojo: una pérdida de elasticidad en el cristalino y de tono en el músculo ciliar. El resultado es que ya no se puede ver con claridad objetos que están muy cerca, lo cual se hace evidente, por ejemplo, en el caso de la lectura.

La primera reacción de quienes comienzan a advertirlo es de rechazo. Le restan importancia, y cuando es evidente que necesitan gafas no van a un a una óptica para ver causa la disminución de la visión. Por lo general recurren a las gafas de farmacia, también llamadas gafas de vista cansada, de lectura, pregraduadas, premontadas o gafas lupa y creen encontrar allí una solución.
Gafas de farmacia o de óptica características
Las gafas de farmacia son una solución provisoria. El uso de estas gafas elegidas generalmente por su bajo precio implica varios riesgos en el largo plazo.
Son estándar: una de sus principales características es que son muy económicas, para conseguirlo se fabrican en serie, sin tener en cuenta las características morfológicas y visuales de cada usuario. Los modelos aumentan su graduación cada 0,5 dioptrías (es decir 1, 1,5 y 2), lo cual no es adecuado para quienes necesitan, por ejemplo, 0,75 o 1,25.
Materiales de poca calidad: el material con el que están fabricados los lentes por lo general no son cristales, sino lupas de plástico inyectado de baja calidad óptica.
Misma graduación: las personas por lo general necesitan una graduación distinta en cada ojo. Sin embargo, las gafas de farmacia llevan la misma graduación para ambos ojos. Por lo tanto, en la gran mayoría de los casos, estos productos pueden mejorar la visión de uno de los dos ojos, pero al mismo tiempo estará perjudicando la del otro.
No respetan la distancia interpupilar: al estar fabricadas en serie las gafas de farmacia no tienen en cuenta la distancia entre ambas pupilas y las características anatómicas que varía de persona a persona.
Casi siempre son asimétricas: Las gafas de farmacia al ser estándar, suelen presentar asimetrías y distorsiones, las cuales, como es lógico, perjudican la visión.
Tratamiento antirreflejante: las gafas de farmacia por lo general no cuentan con este tratamiento que hace que las lentes eliminen brillos, deslumbramientos y la pérdida de contrastes. El tratamiento antirreflejante es muy utilizado cuando se pasa mucho tiempo observando las pantallas del móvil, el ordenador, la tableta, etc.
Gafas de farmacia o de óptica el control de un experto
Las gafas de farmacia son una solución para casos puntuales de emergencia, pero la visita a un especialista es fundamental. En la mayoría de los casos es el propio usuario quien, tras probar varias opciones de gafas de farmacia, elige unas con las que cree ver mejor. Lo que ocurre en realidad es que, opta por unas gafas con las que ve todo más grande.
Gafas de farmacia o óptica consecuencias
El empleo continuado de una gafa no adecuada puede originar una serie de deficiencias en la visión como:
Capacidad y errores de cálculo en las distancias.
Lagrimeo, cefaleas y vértigos.
Fatiga visual prematura, malestar, irritación y dificultades para concentrarse.
Cansancio y bajo rendimiento visual y laboral.
Futuros problemas de adaptación a lentes progresivas.
Desarrollo o intensificación de patologías visuales por falta de control profesional.
Pérdida de visión en uno de los ojos, debido a que haya dejado de usarse de forma parcial o total, como consecuencia a su vez de una graduación inadecuada.
En los casos extremos, puede ocasionar alteración del equilibrio oculomotor y generar problemas de alineamiento, como el estrabismo, y otros como astenopías y anisometropías.
Nuestra recomendación es siempre que se tenga problemas de visión acudir a un especialista oftalmólogo o bien un óptico-optometrista para que evalúe la salud visual y, si hace falta, prescriba unas gafas que se adecuen de manera específica a sus características y sus necesidades.


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